Es una contradicción pedir libertades civiles para los cubanos en la isla y al mismo tiempo pretender negar esas libertades a quienes piensan diferente en Miami. Esta doble moral sólo refleja la barbarie hecha ya costumbre. Desde hace muchos años esta comunidad esta siendo bombardeada por propaganda financiada con fondos federales y esa propaganda perturba el desarrollo natural de la cultura comunitaria, que debería inclinarse como es natural a los auténticos valores estadounidenses.
El respeto por la opinión contraria y por los espacios ajenos no existe en Miami y de esto estoy convencida. La mas recién prueba está en que los que los manifestantes frente a la Alianza Martiana llegaron a cruzar la calle varias veces para acercarse mas allá de lo que permite la ley (el tipo de permiso que se obtuvo) y hubo intentos por entrar al propio establecimiento. Trataron de provocar actos violentos al mismo tiempo que transmitían en directo las imágenes de sus provocaciones en las redes sociales. Algunos sutilmente trataron de evadir el control de la policía local que para ellos era algo “lamentable” pues no pudieron darle riendas sueltas a sus bajas pasiones por abusar de quienes perciben como una minoría débil.
Varias veces he visitado el local de la Alianza Martiana y salvo las caravanas que realizan legalmente en sus autos por la ciudad, por lo general las organizaciones que se acogen baja la alianza, no son invasoras de espacios ajenos ni provocan a sus contrarios, pues nunca he visto en sus miembros un intento por convertir a nadie a sus ideas. Dicha actitud respetuosa de lo contrario no existe en aquellos que gritaron y acosaron desde la acera del frente. Las posturas contrarevoluvionarias y anexionistas de las más pura cepa envenenan nuestra prensa local y nadie me puede negar que todas esas organizaciones “anticastristas” no intentan con proselitismo propagandístico, expandir su ideología neo-liberal y reaccionaria. Los mensajes de odio y los intentos por castigar a quienes no repiten sus consignas fascistas son una clara señal del ambiente político que les gustaría trasladar a Cuba para castigar a los que no son como ellos.
Algo curioso y hasta casi humorístico en toda esta trágica obra de intolerancia, es como repetidas veces observé que quienes más se destacaban en el acto de repudio contra la Alianza Martiana, con violencia verbal y demostración indignada frente a una supuesta avanzada de comunistas, eran personas que muy recientemente han arribado a Miami. Estos nuevos residentes, graduados en universidades de Cuba y aún muy empapados con la nueva sub-cultura cubana del bajo mundo de disidentes comprados, Reggaetón y vulgaridad, se reclutaron a si mismos como soldados de la ciudad de Miami en el fin de semana (¿ Será por falta de otra diversión?) para impedir la invasión de ciudadanos estadounidenses con ideas socialistas.
El propio Max Lesnik vive en Miami desde 1961, así que encuentro muy absurdo que quienes llegan a ultima hora pretendan expulsar a los antiguos moradores de esta ciudad. Estoy segura que la mayoría de esos nuevos manifestantes ni sabían de la existencia de la Alianza. Ahora que la encontraron gracias a las informales redes sociales, ya tienen un lugar físico en donde pueden volcar todas sus frustraciones personales como inmigrantes y seres humanos. Le dan así la mano a los viejos terroristas que hace décadas le detonaban bombas a todos esos pequeños negocios que no seguían el estricto patrón de esa derecha mafiosa.
Cada día TV Martí (con fondos federales) transmite en Miami imágenes de disidentes cubanos enfrentados a sus vecinos en escándalos públicos donde las autoridades de la isla son retratadas como opresoras. Es natural entonces que la respuesta emocional de algunas personas en nuestra comunidad sea el odio. Lamentablemente estamos hablando de un medio federal involucrado en propaganda interna con consecuencias sociales dentro de los Estados Unidos. Los medios privados también estimulan la intolerancia y fomentan un ambiente totalitario donde discrepar tiene un costo para las personas. ¿Como encontrar un empleo si te tachan de “comunista” o de “agente al servicio de una potencia extranjera”? Las personas en Miami viven con miedo al juicio de amigos o parientes con relación al tema cubano, lo cual se ve reflejado en encuestas que muestran mayorías silenciosas deseando una normalización que la TV local no refleja.
Las redes sociales sirven de plataforma para coordinar ataques a la disidencia en Miami Descaradamente la extrema derecha planifica delitos contra la opinión contraria y desarrolla persecución política como puede verse en estos escritos.