El subdesarrollo en el campo de las ideas y entre cubanos se enmascara a menudo con estériles discusiones académicas que no llevan a nada. Saturan el ambiente intelectual con grandes frases y palabras rebuscadas por el lado más burgués del debate. Mientras tanto, por otro lado se producen agrias discusiones en las redes y la tradicional prensa local, acerca de los grandes personajes de la historia nacional como si el estar a favor o en contra de esas figuras fuera suficiente.
Que si Batista hizo esto o aquello, que si Fidel si sabia hacer las cosas, o se equivocaba a menudo. Siempre evitándose el verdadero pensamiento critico y salpicando los debates con propaganda aprendida de memoria o teorÃas conspirativas sin fundamento alguno.
Es todo un reto lograr para un pueblo las libertades individuales junto a la libertad nacional.
Los revolucionarios del 59–comprometidos con la idea de un proceso de liberación nacional que dejara atrás las malas costumbres de la neo-colonia–tuvo que asegurar sus conquistas sociales con muchos limites a las libertades individuales. Como es lógico, hubo resistencia de parte de un sector que se habÃa imaginado la Revolución de otra manera, y no me refiero a los batistianos o conservadores dentro de la burguesÃa nacional. Hablo de los que lucharon contra Batista con la idea de un retorno a la constitución del 40 y al pluri-partidismo y sus polÃticas del pasado.
La juventud cubana tuvo más adelante la oportunidad de estudiar gracias a la revolución de forma masiva y gratuita. Esa juventud no es la del 59…que agradecÃa tanto la libertad nacional después de haber vivido los horrores de Batista.
Las nuevas generaciones al no haber experimentado aquella emancipación general a menudo la desprecian, y se inclinan hoy a desear la emancipación individual más que nada, siempre bajo las influencia de las modas del pensamiento neo-liberal por supuesto.
Como las libertades individuales a menudo erosionan la libertad nacional y sólo muy pocos pueblos han logrado el perfecto equilibrio entre libertad individual y soberanÃa nacional, es perfectamente entendible el por qué un gran sector del pueblo cubano ansioso por ver cambios reales en lo social más allá de las promesas electorales de siempre apoyó a Fidel Castro en el 59 viendo que su liderazgo ponÃa atención en la soberanÃa nacional como vÃa de salir colectivamente del subdesarrollo.
El joven de hoy muchas veces profesional en Cuba gracias a los estudios superiores que ofrece el sistema vive en permanente frustración no sólo al enfrentarse al desempleo masivo que provoca el masivo acceso a la Universidad. También sufre al compararse con sus pares en sociedades opulentas del primer mundo o cuando ve que muy pocos tienen la suerte de encontrar empleos en el sector más vinculado al capital extranjero (siempre más fuerte que el nacional).
Sobre estos temas hablé en el programa Moderna que pueden ver en este vÃdeo: