Cuba no es un país industrializado, y yo no voy a dar razones basadas en utópicos modelos ni comunistas, ni capitalistas para “calcular” las probabilidades de éxito de la nación cubana, por tanto no me asusta que no hallan fabricas, ni petróleo (por ahora), ni enormes depósitos de cuentas mal habidas de dinero sucio. Cuba tiene lo más importante, que se llama “capital humano”, y no me refiero a la cantidad de doctores u obreros calificados solamente, sino a la disposición de cada cubano hacia la empresa libre, y hacia la justicia social.
La experiencia socialista sera superada por un modelo superior, que no tiene porque ser totalmente basado en el “salvase quien pueda”, pero que sin lugar a dudas confiara más en la gestión privada y en las iniciativas de cada ciudadano. El dinero y el mercado nos ayudaran a vivir mejor, sin necesidad de renunciar a las cosas buenas que hizo la revolución cubana por la nación. Estudiando la historia de Cuba a profundidad he visto el inmenso daño que produjo al país la excesiva concentración de capitales, el latifundio y la desproporcionada población urbana en la Habana con relación al resto del país antes de 1959, y también el empobrecimiento provocado por el costoso aparato estatal construido por los marxistas, pero creo que tomando lo positivo del pasado se puede evolucionar hacia un modelo de convivencia superior. El movimiento nacionalista 26 de julio no fue un capricho, sino el resultado natural de un país totalmente ocupado por industrias, franquicias y capital norteamericano, y por eso tuvo tanto apoyo popular. Luego se acerco demasiado al bloque comunista, y ya todos sabemos los resultados. Cuba se partió en dos bloques gracias al choque entre potencias, pero ya TODO ESO ES PASADO. Los jóvenes somos la generación del cambio, pero no para entregar nuestro destino en las viejas manos de la oposición. Ya es hora de un nuevo modelo nacionalista donde quepamos todos, de una economía más libre, y de un Estado laico.