 El mundo occidental ha sobrevivido a importantes crisis ante las cuales el mundo antiguo jamás se hubiera levantado. Quien ha ayudado a occidente a salir de cada crisis ha sido sin lugar a dudas el papel jugado por la sociedad civil, que ante cada derrumbe del estado ha asumido las funciones del mismo hasta que pase la tormenta. El mundo oriental siempre estuvo bajo el control de poderosos estados, y sus pueblos jamas conocieron la ausencia de estado, en cambio no fue asi en occidente. Tras la caÃda del imperio romano anduvieron los pueblos prácticamente sin estado, y nos acostumbramos a cierta libertad que a veces fue total anarquÃa, ese es el origen de la cultura occidental y la obsesión que tenemos por derechos civiles y libertades individuales.
Ahora los occidentales estamos ante una de las más grandes crisis; el descrédito de los partidos tradicionales al aliarse a todo tipo de ladrones del dinero público. Ese dinero en la mayorÃa de las “democracias opulentas” no venia de los impuestos, sino de créditos internacionales. Un tejido de créditos grandes y pequeños inyectaron durante mucho tiempo a la social-democracia, y los pueblos se acostumbraron a una especie de socialismo con dinero. El enorme gasto social ha terminado, y el capitalismo descarnado muestra su feo rostro. Universitarios sin prestamos, desempleados sin ayuda, jubilados estafados y el desmantelamiento del estado de bienestar empujaran a los descontentos hacia una rebelión que por ahora no esta clara en que rumbo ideológico tomaran las calles, pero lo que es cierto es que las calles son del pueblo, y los parlamentos estan en suspenso cuando el pueblo se reune en la plaza pública. En España las masas no quieren un nuevo orden, sino conservar el viejo aunque sea, pero tarde o temprano desearan una república pensando que la monarquÃa los engaño, y Cataluña buscara su independencia, asi como los vascos, y me concentro en España porque de allà venimos los cubanos, de esa cultura, de esa desgracia de no tener industrias, y de recibir prestamos de los británicos, holandeses y norteamericanos, siempre padeciendo modelos que no saben producir riquezas, sino consumirlas.
Es el fin de una historia que nos acerca peligrosamente al caos, y allà en las sombras siempre esperan con paciencia los fascistas, los de mano dura y con creencias de cuarteles militares, para entrar en cintura a los revoltosos izquierdistas. De verdad somos demócratas, pero la ultraderecha gusta de hacer caricaturas de nosotros.