Observo desde Miami a Cuba, creo que es un buen ángulo. Miami es una ciudad derechista, pero no ha perdido su identidad cultural cubana, de manera que el ambiente ayuda a la hora de sentirse más cerca de Cuba.
Soy joven, y no puedo dejar de pensar en las juventudes cubanas que se marchan del paÃs, eso es lamentablemente un poderoso efecto de desgaste moral al nacionalismo, pero uno debe siempre estar “claro” sobre aquellas cosas que se pueden cambiar y aquellas que no. Mi capacidad como cubano-americana para ayudar en algo a mi paÃs natal es limitada. Me gustaria que la historia de Cuba hubiese sido otra, que ni los americanos ni el comunismo internacional hubiesen metido tanto la cuchara en un ajiaco que no era suyo. Soy nacionalista, y veo las cosas como tal. No me puedo poner en el lugar de los polÃticos porque ellos solo siguen normas amorales, y no vale la pena perder la buena conciencia por servir a banqueros, a marxistas, o a empresas y partidos privados, que para nada aman esa islita del caribe. Hay anexionistas a montón en Miami, también algún batistiano, pero también muchos demócratas que estan conscientes de la importancia de un centro polÃtico que defina los nuevos hábitos ideológicos de la nación.
He visitado a Cuba, y he visto de cerca las dificultades cotidianas del pueblo y del gobierno cubano. No todo lo que el gobierno hace es malo, de hecho es un tipo de gobierno que asume con mucha responsabilidad la salud pública y la educación del pueblo. La cultura esta presente en todas partes no como espectáculo, sino como algo vivo que involucra a todos. Casas de cultura ofrecen obras de teatro, clases de pintura o danzas a una población que ve todo eso como un derecho colectivo. Cuba no es un paÃs industrial, su agricultura esta en decadencia, y las estructuras de mercado interno sufren de cuerpos obsoletos que retrasan el desarrollo como “ACOPIO”, pero al mismo tiempo hay un capital humano impresionante para ser un paÃs pobre. Artistas, académicos e intelectuales son una reserva de gran valor para el progreso social, y el médico cubano con esa capacidad única para enfrentar las enfermedades también demuestra la calidad del colegio médico cubano que no se puede negar como fruto exclusivo de la revolución cubana.
Lo que pasa con la revolución cubana, es que perdió el rumbo ideológico al valorar más la visión marxista y elitista del PCC, que la visión nacionalista y sencilla del pueblo trabajador. Y el discurso abstracto, bajando siempre desde arriba hacia las bases populares termino sembrando la apatia y el desgano que son la causa primera de la decadencia de todas las revoluciones. Las revoluciones populares no son un capricho intelectual de estudiantes ociosos, ni un programa sindical o marxista, son más bien un impulso colectivo cargado de emociones y de ideales. Proyectos hermosos como el de alfabetizar a los campesinos humildes solo son posibles, mientras el patriotismo no quede atrapado en el discurso abstracto y politiquero del partido marxista. El pueblo sabe cuando su revolución deja de ser suya, pierde el entusiasmo, y comienza a simular como si no lo hubiera perdido, y esta es una de las etapas más lamentables de la decadencia de una revolución, porque la falta de sinceridad, de debate y de autocritica, aceleran la corrupción de todas las costumbres sociales.
Una vez muerto el ideal, queda el cadáver de la revolución expuesto a la burla. Yo no se si hemos llegado a ese punto, y si todavÃa quedan cubanos sinceramente comprometidos con ese proyecto utópico e infectado de oportunismo, pero lo cierto es que la revolución cubana como hecho histórico tiene sus elementos validos a pesar de todo, y es responsabilidad moral de nuestra generación, el NO PERMITIR el desmantelamiento del estado cubano bajo ninguna excusa de crisis o cambio. No estamos ante un estado fallido, de manera que si el orden social está garantizado por instituciones mas o menos legales, y si la sociedad civil todavÃa reconoce a la sociedad polÃtica como legÃtima forma de gobierno, como buenos cubanos debemos poner nuestro granito de arena a favor de la estabilidad del organismo estatal, siempre respaldando toda reforma que mejore el sistema sin necesidad de provocar un colapso sangriento y antinacional.