CUBANIA( publicado anteriormente en Progreso-semanal.com)

By Yadira Escobar on

  MIAMI – Regresa tarde de su trabajo en Hialeah. Con las manos manchadas de hollín y el alma cansada de soportar el peso de tantas cargas en tierra ajena. Sus problemas domésticos, que al parecer crecen al mismo tiempo que sus deudas, no le dejan aprender la nueva lengua. En Cuba esperan por su ayuda a tiempo, y su pequeña hija ya va a la escuela cercana y aprende en ingles todo lo necesario para ser independiente. El no es feliz a pesar del enorme televisor que compro y de los paseos de fin de semana en ese bello bote de su amigo; el joyero.

Me lo imagino, orgulloso en el fondo de ser cubano, pero preocupado por no ser a tiempo todo lo competitivo que hace falta ser para triunfar en el sur de la Florida, según le han dicho. Es verdad que cierta transculturización es el paso obligado en ciertas áreas del comportamiento de todo el que emigra, pero no debe ser total. Se corre el riesgo de perder la identidad elemental para poder ser feliz desde el punto de vista psicológico, ese es el mensaje que me gustaría darle. Temo que quizás no le llegue, porque esta entretenido por toda esa contracultura en español que transmiten los medios privados. En verdad me dolería que conociera a fondo la palabra “loser” (perdedor), porque yo se que no es un perdedor, y que no es su culpa no haber ganado la lotería de la Florida.

Un buen día se entera nuestro personaje de que un equipo formado completamente por peloteros cubanos que residen en Cuba vendrán a celebrar junto con antiguos miembros del mismo equipo que hoy viven en Estados Unidos un juego amistoso en celebración de los 50 años de su primera actuación en Series Nacionales.

El siente que se le revive el alma, y hasta una rara nostalgia se apodera de su animo y lo comenta con su amigo el joyero, que ahora es de derecha, pero que también se entusiasma con un proyecto tan hermoso de cubanía y recuentro. Todo marcha bien hasta que en la radio comienza el ataque crispado contra ese encuentro. Aquellos que tienen como lema “contra Cuba todo, y a favor nada” no tienen otro argumento que el odio y el bloqueo a todo encuentro, pero tienen la fuerza del dinero, y nuestro personaje comienza a temer que sean esos aguafiestas, quienes terminen saboteando su alegría.

La mayoría de los cubanos de Miami desean una relación normal con su país de origen, pero los medios privados sirven a un pequeño grupo totalmente comprometido con el bloqueo total a Cuba. Todo intercambio choca directamente con el plan siniestro de derrotar un proyecto de país que desafió las “sagradas normas” de competitividad, mercado y crecimiento económico impuestas por la cultura capitalista global a las naciones pequeñas y débiles. Los cubanos de buena voluntad también debemos desafiar a las poderosas fuerzas que nos disgregan y separan sin remedio, para juntos lograr la unidad, sin la cual no es posible la reconciliación y la felicidad colectiva nacional.

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