Cada dÃa que abre los ojos, quisiera cerrarlos de nuevo, porque todavÃa “no se ha levantado” en este paÃs donde dicen que uno ve” el fruto de su trabajo”. Al principio gastó todos sus ahorros en un programa de esos que te dicen que aprendas ingles para que se te abran todas las puertas, y como no estaba en Tennessee, ni veÃa los desamparados anglosajones, se culpo a si mismo por ser tan bruto para las lenguas.
Hizo casi de todo para no morir de hambre, anduvo sin seguro médico y sufrió dolor de muelas que casi le matan porque no tenia dinero para ir a un médico, y los antibióticos son por receta. También recogió latitas de coca-cola, cartones y alambres de cobre, y hasta le sobro algún dinero y se fue a Cuba, donde no le dijo a nadie que vivÃa en la miseria en un cuartucho ubicado en el tercer mundo, ese que queda al lado del Down Town de Miami.
Un dÃa le vieron los de su barrio en Cuba luciendo una cadena brillante, y hablando maravillas de su vida en los Estados Unidos, y algunos se entristecieron un poco al escuchar cuan rápido su antiguo vecino se habÃa levantado en tierra ajena, sin hablar ingles, ni tener ninguna habilidad especial. A las dos semanas ya estaban armando la balsa que se perderÃa para siempre en las peligrosas aguas que separan ambos mundos. No tuvieron tumbas, la gente se fue olvidando de ellos, y “el lucÃo” siguió mintiendo a los ingenuos que siempre sueñan que “it’s always greener on the other side”(del otro lado la hierba siempre es más verde).