EL OTRO MIAMI

By Yadira Escobar on

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No son pocos los que llegan a Miami con un sueño. Un sueño bastante materialista, pues consiste en hacer dinero, pero en verdad ese dinero sirve a menudo para ayudar a los seres queridos que quedan atrás, asi que queda bastante justificado. Muchas familias han logrado comenzar una nueva vida lejos de la pobreza del sur. Todo empresario que se asusta tambien en el sur, lo primero que le pasa por la mente es irse a Miami. También el empresariado latinoamericano a menudo se vincula a esta ciudad buscando representación dentro del mercado, publicidad a sus servicios o productos, y ante todo créditos y uso de herramientas financieras.

Los que vienen de Cuba , vienen de un país socialista, y a veces caen en la tentación de adornar su viaje con historias de persecución y una búsqueda de libertades acordes al ritmo de una propaganda institucionalizada que ha costado millones de dólares al contribuyente sin dar los frutos esperados, pero que ya es parte del Miami derechista. Podemos contar con los dedos los cubanos que huyeron de una real persecución o presión política en los tiempos de la guerra fría.

Miami ganó la triste distinción de ser la ciudad más miserable de Estados Unidos, según un sondeo divulgado por la revista ‘Forbes’ en el 2012, y se sabe que el área metropolitana tiene una de las más altas tasas de crímenes violentos en el país. Pero también está el otro Miami donde el 1% disfruta de las bondades de un capitalismo tropical bien cuidado por una policía brutal y un conglomerado político de corte mafioso que viste de traje y corbata mientras multitud de familias viven en la miseria. Ese otro Miami es el de las minorías, pero sabe muy bien adornar las apariencias. Los mendigos son arrestados bajo el menor pretexto, las casas rodantes agrupados en villas miserias son a menudo desalojadas, y los canales de televisión evitan mostrar imágenes gráficas de los rincones mas feos. En esos barrios ricos vive mucha gente que ha sabido explotar a su prójimo en sus países de orígenes, porque el sur de la Florida es ante todo el refugio de muchos capitales mal habidos.

El ciudadano común sabe muy bien que cuando un policía le multa por cosas de tráfico, esa misma multa a un millonario no le da ni costilla, así que cuando se habla de igualdad ante las cortes judiciales se habla de una igualdad desigual, pues el dinero hace más libres a unos ciudadanos que a otros. Es difícil ver ciudadanos blancos y ricos en prisión precisamente por la desigualdad real que más allá de la igualdad ficticia impide la justicia social. Siempre que un ciudadano es llevado a cortes por asuntos financieros (deudas, demandas civiles, violación de contratos,etc) puede observar que las oficinas donde radican los grupos de abogados que se dedican a este oficio están siempre en Miami beach, Brickel y Coral Gables. Los ricos demandan a los pobres con miles de trucos legales, los bancos roban a los que tienen cuentas humildes cada vez más con penalidades inventadas por ellos mismos bajo la”ley interbancaria”. Alguien pudiera pensar que vivimos bajo un estado de derecho, y que las cortes de justicia son lo mejor que se ha inventado, pero lo que estamos viendo en este siglo XXI es una cultura de codicia que corrompe policías y tribunales, y Miami es un antro de perdición que la prensa liberal oculta porque simpatiza con los más fuertes.

Alcaldes arrestados, policías corruptos y políticos que hostilizan a los mendigos son solo la cara visible de un mundo en plena corrupción. La mayor parte del robo institucionalizado a la riqueza publica, a los contribuyentes, y sobre todo a los más pobres no sale a la luz pública, minando poco a poco los fundamentos de la sociedad civil en el sur de la Florida.

¿Alguien se acuerda de las virtudes victorianas o del puritanismo anglo sajón en las decadentes ciudades del condado Dade? Miami no solo refleja la moribunda escala de valores de una cultura de codicia, sino también los vicios traídos del mundo latino por el espíritu burgués que aplaude las victorias del más fuerte sin perder la paz. Dicen los científicos que Miami en una o dos décadas estará bajo las aguas, pero yo digo que mucho antes ya se nota sumergida en las aguas mas turbias de una corrupción institucionalizada.

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