Cuba está cambiando y para bien de sus mayorÃas. El 30 % de su población vive mejor y el gobierno tendrá que ocuparse de los mas vulnerables.
Casi medio millón de cubanos (alrededor de 467.000) son cuentapropistas, y ganan más que sus vecinos. Por lo tanto, alguien que se sentÃa pobre en los años 90 por no tener una botella de aceite, unas libras de frijoles o jabón para bañarse, se siente ahora igualmente pobre por no tener un teléfono inteligente o un buen ordenador. Ha subido el nivel de expectativas más rápido que el nivel adquisitivo. Esa percepción de pobreza es algo subjetivo, pero las frutas y vegetales con precios elevados si es un problema objetivo para quien no tenga un negocio ni reciba remesas desde Miami.
Son caros para un jubilado los productos agrÃcolas que la oferta y la demanda ofrece en los sectores liberados de la economÃa, pero el gobierno no decide esos precios, sino el mercado. Los paladares, las casas de renta turÃstica y ese sector que recibe remesas han encarecido el precio del ajo, el tomate y los pimientos para el resto de la población. Esa es una de las consecuencias desagradables pero inevitables de las modestas medidas de mercado.
Para encontrar el equilibrio entre las inevitables desigualdades del momento y el sentido social del sistema cubano, hace falta la acción compensatoria del Estado que intervenga sin timidez. Asi entonces repartirÃa entre los pobres parte de la riqueza que se produzca, pero primero hay que producir dicha riqueza, ¿verdad?
Desde Miami la extrema derecha cubanoamericana hace un esfuerzo por sabotear el crecimiento posible. Intentan entorpecer con maniobras polÃticas la normalización  que hará que se detenga la guerra económica contra Cuba y se desarrolle de forma natural la economÃa doméstica. Anoche participé en el programa de MarÃa Elvira en el canal de MiraTV y aquà les comparto el vÃdeo. El tema fue sobre los cambios en Cuba.