Desde una orilla distante enfoco el lente de la cámara hacia unas casitas de pescadores en la boca de la bahía de Nuevitas en Camagüey. El efecto visual es el mismo que hizo pensar a los antiguos que quizás la tierra era redonda. Digo “pensar”, porque si no se razona y se le hace caso al ojo, pudiera afirmar que el mar inunda lo seco.
Si desde el mar, a un monstruo se le hace la boca agua imaginando poder devorar a los pobres pescadores de ese humilde poblado, es porque se deja llevar por las apariencias de la inundación marina. Si aceptamos la hipótesis de que el poblado está bajo las aguas, entonces la malvada criatura si pudiera nadar sin mayores obstáculos y llegar hasta sus víctimas sin lugar a dudas. No voy a culpar a la bestia por su naturaleza depredadora, más útil me parece advertir a los nativos sobre su amenaza.
Tomé en Cuba esta foto, y en Cuba pienso cuando menciono a la bestia devora-hombres, porque de verdad esa bestia existe. Es como un pulpo sin aguas profundas, y es patético su pataleteo, porque trata de nadar fuera de su medio natural, y todo le ha salido mal hasta ahora.
El pacientemente espera que suba el nivel de las aguas para poder nadar mejor y hasta entrar a los más íntimos cuartos y salones de los humildes pobladores. Es un monstruo que llama “libertad” a lo que yo defino como: profundidad estratégica. El no podría nadar en aguas que no fuesen suficientemente profundas.
Para mover su pesado cuerpo lleno de ventosas y largos brazos necesita que Cuba se hunda cada vez más, por eso no le creo cuando promete paz y seguridad para todos. El sabe esperar y guardar las apariencias, incluso puede aparentar ser otra cosa muy distinta a lo que es, así que no te puedes guiar por su apariencia superficial.
Tienes que analizar sus propuestas y sus consejos y darte cuenta antes de que suba el agua, porque con seguridad que intentará hacer recomendaciones de todo tipo para que el agua le llegue al cuello a la nación.
