La pobreza en Miami en el 2016 afectó a muchos cubanos. Emigrantes cubanos registrando basureros en Hialeah.
Aunque las redes sociales han ayudado a disminuir el relativo aislamiento de la población cubana, aún persiste cierta fantasía sobre la vida en el extranjero y tal vez, nunca desaparezca del todo. Desde luego, no es propio del inmigrante narrar sus penas, sino exagerar sus grandezas. Los nativos en la isla siguen siendo influidos por quienes regresan y después de tantas décadas, siguen vendiendo el modelo estadounidense como el paraíso bajo el cielo. Mucha irresponsabilidad. ¡ Ni que este modelo fuera imitable!
Muchos de los servicios y productos que se ven en el mercado tienen un costo aún en las sociedades opulentas que el cubano no está dispuesto a pagar. Jugar dominó por la tarde con los amigos del barrio no es compatible con una sociedad competitiva donde todo tiempo libre es un lujo impensable, ya que ni los ricos encuentran la paz. Aquí te endeudas de por vida por tan sólo un día y una noche en el hospital y por cualquier boberia. Te despiden de tu empleo de 40 años justo antes de la jubilación con algún pretexto y la Universidad sale muy cara. En la imaginación se puede tener lo mejor de ambos sistemas, pero en la realidad un sistema se traga al otro por incompatibilidad. Son los ingenuos quienes perecen a los bordes del camino, en el abandono.
Los que proponen regresar al capitalismo para mejorar la economía cubana en una tarde de tragos y chistes contrarrevolucionarios en un pequeño patio de Hialeah, no han sacado bien las cuentas. No saben lo que están proponiendo para sus hermanos de la isla.
Madre con su hija pidiendo ayuda para pagar su alquiler a la entrada de un Publix en Hialeah en la noche del 31 de diciembre pasado.
También están los que sí saben lo que dicen. Son pagados para hacer propaganda o desarrollar proyectos anti-cubanos. Trabajan para lograr que las reformas en Cuba se aceleren y se pierda el control político sobre el mundo privado. Parte de la estrategia es apoyar a esa “izquierda” que dice luchar contra la burocracia y la censura en la isla. Allí, donde no llega un anti-castrista empedernido, avanza progresivamente quien alardea de que construye el socialismo. Detrás de estos nuevos disfraces prospera ese que dice todo el tiempo: “No tengan miedo, que el socialismo es irreversible, los batistianos murieron hace rato y la calle ocho ya es nuestra”. Como en la confianza está el peligro, yo advierto y el sabio que tome nota.
Desde la Nueva Derecha continua la misma propuesta egoísta e individualista que complementa el trabajo ideológico de la Falsa Izquierda y propicia la táctica de un centrismo cosmético para engañar. Se insinuá que es posible la fusión de ambos mundos en conflicto a través de reformas rápidas y profundas. Se trabaja con el imaginario tonto de: gozar los beneficios del mercado sin perder los beneficios de una sociedad socialista.
¡Falso! Una ciudadanía sometida al mercado no tendría nada que decidir frente al poder del dinero a pesar de la libertad de expresión y demás principios republicanos, pero se miente descaradamente. Se habla de socialismos nórdicos y cosas por el estilo para neutralizar el lógico temor de la opinión pública a lo desconocido.
Si los cubanos no resuelven el conflicto entre realidad y fantasía, será muy difícil la construcción de una Cuba civilizada en esta nueva etapa donde se notará la ausencia de “Los históricos” al avanzar el proyecto reformista que pretende sepultar la soberanía nacional bajo nuevos valores tomados de la fracasada izquierda europea. Cuba sobrevivió a la caída de la Unión Soviética porque su socialismo no estaba infectado con el virus liberal que ahora avanza en la isla. Una buena purificación sería beneficiosa para los organismos enfermos. Eso es por lo menos preferible a la muerte del Estado y el regreso a un pasado abominable en las periferias del capitalismo.
Niñas en los campos de Cuba en los dias de mayor prosperidad capitalista en Estados Unidos y Europa Occidental.