Es lógico que en las luchas ideológicas a veces se recurra a la propaganda religiosa con disimulo para desacreditar al contrario. Se insinúa que el oponente no recibe la bendición del Creador, explotándose siempre aquello de “indecentes bolcheviques enemigos de Dios”, cuando se lucha contra la izquierda.
Una mentira que llevo años queriendo debatir es la falacia de una supuesta “maldición” que azota a la perla del Caribe en nombre de unas victimas del Holocausto. La triste historia del crucero de lujo, el SS St Louis no terminó mal para todos, pues aún viven algunos pasajeros que fueron relocalizados en otros países europeos o intentaron más tarde la travesía de nuevo, pero con visas legales. Ciertamente, muchos murieron al ser devueltos a la Alemania Nazi, al igual que los otros millones en campos de guerras.
Lo verdaderamente absurdo es cuando algunos emigrados declaran que la razón por la cual Cuba sufrió la “tiranía” del comunismo (como si la libreta de abastecimiento, picadillo de soja y camellos de transporte fueran intencionales crímenes contra la humanidad) fue porque el gobierno de Dr. Federico Laredo Brú sólo dejo 22 judíos entrar al país del San Louis. Desconocen que dicho crucero luego intentó con la Florida, pero según los testigos, la guardia costera se los negó con aviones y armas, permitiendo sólo ver las luces desde lejos, pues Roosevelt no respondía ningún comunicado. Canadá declinó aceptarlos también, pues también habían saciado sus cuotas de inmigrantes alemanes-austriacos y ellos no eran un “problema canadiense”.
Basta ya de buscar paralelismos con la Revolución socialista y el Holocausto. En Cuba ni remotamente ha ocurrido jamas en nuestra corta vida nacional algo que ni se le asemeje; esa retorica extremista no impresionará ni conmoverá a nadie en el extranjero, sólo lucen como ignorantes que desconocen la Segunda Guerra Mundial. A los periodistas o mejor dicho, locutores de la TV local les encanta quejarse (bordeando los limites del anti-semitismo) que en Estados Unidos los Jews pueden denunciar los horrores de Hitler pero los pobres exiliados no pueden atacar a Castro como si hubiera una relación o existiera una conspiración Zionista por ocultar los crímenes de la izquierda.
Según el creador de la novela “’La niña alemana”, todos los cubanos estamos siendo castigados por aquella decisión de las autoridades de la época de rechazar a los refugiados hebreos (castigo asociado a la Revolución). El escritor dice literalmente:
“…y mi abuela decía siempre que Cuba iba a pagar por los próximos cien años lo que le había hecho a los judíos…”
Ni Canadá ni Estados Unidos fueron aparentemente castigados y actualmente Alemania es el corazón latente de la Unión Europea, su corona y jefa real. ¿Sera posible que este mito insinuá que los anglo-sajones-germánicos si pueden maltratar a los judíos con impunidad divina?
No aclara el autor si en ese siglo de castigo colectivo, los judíos que residen en Cuba y la inmensa descendencia de los judíos bautizados en el rito católico que residen desde los días de Colón en la isla son culpables también de aquel desafortunado incidente. En Cuba no hay una tradición de antisemitismo pero hay que estar alerta a toda mala costumbre política que lo provoque por contagio de otros países en desgracia, que buscan soluciones fáciles.
En los años 80 contra la Unión Soviética se uso el tema religioso. Se planteaba algo así como que Dios tuviera más simpatía con el individualismo occidental que con el modelo colectivista. La mezcla de sanciones y propaganda subversiva muy prolongados en el tiempo tiende al agotamiento de los recursos ideológicos usados y entonces queda el terreno religioso como segunda opción.
Estoy convencida que Cuba tiene un futuro bendito. Incluso, con todas las dificultades que provocan las sanciones económicas en el presente, está más cercano al Shalom (la paz) en el sentido judío tradicional que muchos países de la región sumergidos en la violencia generalizada, la impunidad y el asesinato de activistas de los derechos humanos.
Hay rumores sobre la maldición que un rabino de Londres le ha hecho al embajador Joe Kennedy por asegurarle a los Nazis que no tendrían problemas con EE.UU. ya que ellos tampoco soportaban a ese pueblo, al que no admitían a sus country clubs. El se había negado a otorgar visas a unos 500 refugiados y se negaba entrar en la guerra. También se habla sobre la maldición que tal vez Fidel Castro le sopló al hombre que atentó contra su vida pero ya basta de rumores…