Cubanos en Hialeah se apresuran en aprovechar una rebaja en los huevos de un negocio mayorista.
Incrementar tu Kummerspeck o cebo obtenido en tiempos de aflicción para ser feliz es un error fatal. Las élites aficionadas al pez silvestre, la fruta orgánica y el aceite prensado en frio, saben que el planeta no alcanza para una masa mundial comiendo alimentos sanos. Se asustan cuando los demasiados descubren que la azúcar es peligrosa y la mantequilla saludable. Proclaman en alta voz aquello que ocultaron durante largo tiempo para mitigar los daños y que la ciudadanía enfurecida no sospeche que la manipulan, pero es demasiado tarde ya.
Es que seguramente nuestros cuerpos no sabrían apreciar las vitaminas como ellos (piensan ellos). Nuestra ruda lengua no sabría distinguir los sabores superiores. Sólo esperan que las masas no fastidien más en el Internet y se encarezcan los precios de una vez. Los hospitales locales que reciben cada madrugada pacientes, victimas de un sistema que oculta las muertes y promueve el consumo desenfrenado de todo lo que luce bien, demuestra que la clase trabajadora de EE.UU. no tiene salud. Los pobres mueren unos 14 años antes que los ricos.
Alimentos tóxicos, inflamatorios y cancerígenos pero muy ‘bonitos’ son importantes para la economía y el prestigio del modelo. ¿Que importa si los niños envejecen antes de tiempo y los padres no llegan al retiro? Los costosos fármacos diseñados para endeudarnos hasta lo imposible y engordar fortunas personales harán el resto. Todavía hay hambre en este país, pero lo más común (y oculto) es que nadie come tal y como quisiera, según los caprichos de su corazón. No helados rociados con oro, sino alimentos ligeramente sanos. Unas cuantas miles de calorías al día darán suficiente energía para cumplir con el deber laboral. ¿Que importa si el carragenano produce cáncer en el cólon, si es un baratisimo substituto de la natural crema espesa?
Atrapados y enajenados, los pobres comen para seguir viviendo roles estresantes, usualmente ni escogidos por ellos mismos sino las circunstancias y la moda—ambas obra directa de la Élites. Trastornos de ansiedad traen bocado a bocado otras enfermedades como la diabetes, el Alzheimer (resultado de consumir toneladas de azúcar blanca refinada), insuficiencia renal y cirrosis en el hígado hasta en niños pequeños que nunca bebieron alcohol.
Tomates en un mercado mayorista cercano al rio Miami a 89 centavos la libra.
Hay cubanos que recorren largas distancias para encontrar huevos baratos en Miami, otros ahorran gasolina poniéndose de acuerdo con algún amigo para ir en un sólo automóvil. Ahí los frijoles y el cerdo salen más baratos. En tal lugar los jugos artificiales y frijoles tienen buen precio, y el cubano (con la excepción de su tecnología y vestuario) persigue lo más barato como todo inmigrante pobre.
Los medios locales de Miami no reflejan la monótona, insana dieta de los ciudadanos comunes, incluso de quienes comen con ayuda Federal. Los medios de la derecha liberal sólo insisten en que no hay comida en Cuba ni en Venezuela. Lo más absurdo de esta telenovela, son los testimonios de Cubanos y Venezolanos visiblemente obesos quejándose frente las cámaras de TV de un hambre espantosa. Ese tipo de hambre nunca se va a saciar, pues es un vacío del espíritu. El hambre luce como esos bebes moribundos en África o las modelos anorexicas que ya fallecieron, pero se insiste en describir el hambre insaciable de los“Venezolanos y Cubanos atrapados en el Comunismo”.
El argumento sólo se pudiera aplicarse a medias en Corea del Norte (sobre todo en los 90), donde la población es muy delgada pero incluso ahí, no podemos proclamar que es producto del comunismo. La pobre nación Coreana vive acosada, sancionada y castigada por un Occidente que no tolera oposición alguna y una tierra montañosa muy difícil de cultivar.
Desempleados recogiendo cartones (reciclaje) para poder comprar alimentos baratos que cargan en los mismos carritos.
El alimento saludable es caro en todas partes, y el no-saludable siempre termina en la casa del pobre. La comida chatarra, el estrés y la tristeza de vivir fuera de Cuba quita calidad de vida y pocos cubanos en el condado Dade vivirán vidas tan largas como sus compatriotas en la isla aunque consuman más calorías. El secreto está en que no de sólo pan vive el hombre, y la cultura materialista e individualista que atrapa al inmigrante cubano no resuelve sus necesidades psicológicas y espirituales propiciando la aparición de enfermedades; de la mente y del cuerpo.
Aparte de que obviamente debemos leer lo que comemos, para simplificar la tarea es bueno ingerir alimentos de diversos colores (los artificiales no cuentan). En Miami, las frutas y vegetales son más baratos en los mercados mayoristas pero a veces tienes que hacer una mínima compra más voluminosa para que te lo vendan, y en muchos almacenes te exigen tener un negocio para poder hacer compras al por mayor para no romper otros contratos existentes con empresas. Es mas, pueden negarte el servicio del todo, sin hacer preguntas. En esos casos, si no hay visibles movimientos de mercancía, podemos sospechar algún lavado de dinero.
A los 45 años empiezan a bajar los salarios y a escasear el empleo, ya con 50 años es casi imposible conseguir un trabajao si no tienes alguna habilidad especial. Gran cantidad de hombres con esas edades se ven cada día en todo el condado recogiendo chatarra o cartones para poder comer. Por el rio Miami pueden verse muchos desempleados que recolectan cartones o latas para venderlos a dichos negocios e inmediatamente comprar alimentos. Como no de sólo de pan vive el hombre, muchos entre ellos caen en las drogas y el alcohol.
La cobertura periodística de esta realidad en Estados Unidos es ignorada o despreciada por ser una labor propia de “comunistas”. Por mostrar las dificultades de nuestro sistema, muchos Cubanos de derechas (que se creen de derecha) en las redes atacan al periodista que se atreva a tocar el tema social por ser un “agente de Castro”. Aquí no se puede hablar de problemas ya que sólo en Cuba y Venezuela el tiránico comunismo hacer sufrir a la pobre gente.