Para resistir en la trinchera propia, no se pueden adoptar causas ajenas. En definitiva, el enemigo no aprecia que tu mutiles tu brazo natural para engancharte su prótesis (consejo mio para el cubano patriota de verdad).
A mi me encanta la libertad de expresión y la ejerzo todos los días, después de todo he vivido hasta ahora en los Estados Unidos. Cuando visité Cuba por primera vez en el 2008, me encontré en Camagüey a muchos compatriotas que hablaban hasta por los codos sobre cualquier asunto y en cualquier esquina sin miedo alguno, cosa que según entiendo no ocurría antes de la caída del Muro de Berlín y eso me alegro, pues no me gusta la doble moral ni las máscaras entre cubanos.
Como he crecido en una comunidad bastante reaccionaria en Miami (cosa que ha ido cambiando), me sorprendió ver a cubanos hablando libremente, porque supuestamente aquello era una isla cárcel Orweliana donde hablar sobre ciertas cosas estaba mal visto, tal y como lo fue durante la época de mis padres en los días de la Unión Soviética . No era el caso. Los tiempos eran otros y ya nadie te iba a acusar de “propaganda enemiga” por expresarte en libertad, pero inmediatamente entendí que en Miami debían de enterarse de esta otra Cuba, cosa muy difícil en medio de la propaganda inmovilista empeñada en continuar con el viejo discurso de la guerra fría.
Lógico, vi problemas en los medios estatales por supuesto, porque el país vive permanentemente en un estado de excepción frente la bombardeo de propaganda subversiva desde el exterior y simplemente se defiende. Hasta ahí se entiende perfectamente el escenario.
En la calle por su parte, la gente ve y escucha lo que quiere por varias vías , pues existe un mercado negro y tolerado que distribuye de todo, menos pornografía.
No pasa lo mismo en la Televisión estatal, pero si se notan los intentos por “democratizar” la televisión estatal desde la izquierda del PCC con lamentablemente errores añadidos al dogmatismo tradicional, pues el cubano cuando no llega se pasa.
Han sustituido la tradicional linea del Partido con la introducción bastante pedante de la Ideología de Genero y la propaganda continua al matrimonio homosexual. Esto es más difícil de entender porque sin debate alguno se trata de imponer una ideología paralela y extranjerizante presentándola de manera fraudulenta como causa revolucionaria y de Derechos Humanos.
Si vamos a preservar la soberanía de Cuba, se debe hacer desde bases más confiables que sean leales a la tradición cubana. Pongo un ejemplo: si sólo se imprime una revista nacional, no debe dedicarse a temas nichos que no sean útiles al interés general, mucho menos experimentar con recetas que pongan en peligro el carácter nacional.
Aquí el ultimo programa de Moderna, donde trato el tema de Diaz-Canel y la censura en general: