En Cuba no escasean los intelectuales. Los hay muy buenos y los hay regulares. También tenemos verdaderos charlatanes que buscan entre las palabras rebuscadas y conceptos ajenos, las excusas que pudieran librarlo de la difÃcil tarea de doblar el lomo. Trabajar es duro, por eso hay tantos semi-hombres tratando de usurpar puestos femeninos (no voy a nombrar los oficios porque una polémica aquà distraerÃa del tema central) y como se ocupan tanto de otros asuntos, no son útiles a la nación. No todos tenemos el deber de servir a los demás (lo recomiendo fuertemente) pero cuando los “especialistas” descarrÃan al Estado Cubano, esos errores se traducen en mayor pobreza. No bastan los cálculos matemáticos; a veces tienes que tener la acorazonada correcta. Algunas cosas podemos llevarlas al laboratorio, pero los acontecimientos o ideas nebulosas no. A esos niveles y en esta actual situación, no hay margen permitido para equivocarse a la hora de predecir.
Aunque en otros campos hay cubanos preparados que hacen mil maravillas en sus centros de trabajo, no hubo un pensador–al cuál se les paga para eso nada más–que pudiera guiar, aconsejar y predecir sobre una cosa tan importante para Cuba como fue la victoria electoral de Donald Trump en los Estados Unidos. Solo estoy poniendo un ejemplo donde hacia falta tener visión más allá de la unanimidad que aseguraba que Hillary era la mejor.
Ese fallo en los análisis de inteligencia, que embarcan al ejecutivo en la isla, cuesta caro al paÃs económicamente hablando, pero también polÃticamente, como es lógico. Ese fallo podrida ser una señal de un creciente distanciamiento entre la élite intelectual cubana y la sociedad civil en la que radica la sabidurÃa original de la Revolución del 59.
Cuba, tu no eres una respuesta a lo que Miami propone–toma el liderazgo. Haz tu propia narrativa.
A todos esos especialistas que no dan pie con bola, hay que trazarles un ultimátum. Si no dan resultados, es hora de buscarse pensadores y consejeros que hayan dado ya muestras de punterÃa polÃtica. La fidelidad a los amigos es bella pero cuando se trata del destino colectivo de la nación, hasta el más cariñoso amigo debe entender que por el bien de todos, hay que buscarle un sustituto.
Si el árbol no da frutos, toda la fe del mundo no le dará fertilidad.
Imagino algún lector murmurando que tal vez en el exterior hay aires frescos, pero voy a poner mi propia localización geográfica a un lado y ser lo más imparcial del mundo: Cubanos somos todos los que tenemos a esa isla en el corazón y actuamos como tal. No dudo que de todas partes pueden surgir compatriotas iluminados (como si no han nacido en suelo patrio) pero hay que tener en cuenta que cuando el cubano emigra continua siendo atacado por la propaganda. El cubano esta sujeto a un método de manipulación que hasta los entrenadores de caballos utilizan con un látigo y un terrón de azúcar. Cuando el cubano emigra a Estados Unidos es inmediatamente premiado con toda una serie de ayudas estatales y federales. Si regresa a la isla, es castigado al igual que los otros 11 millones. ¿Creen que el criterio de ese cubano esta libre de condicionamientos?
El avance de teorÃas contrarrevolucionarias en medio del pesimismo y la decadencia moral entre los más vulnerables obliga al análisis. Sobre la mesa está el tema de la unidad nacional, por encima de las ideologÃas…pero no por encima de la Revolución del 59. Esa Revolución ya es parte inseparable de la nación cubana por haber librado al pueblo cubano de la descarada opresión neo-colonial del antiguo régimen y haber durado tanto tiempo.