Nos hablan siempre de “libertad” como si se tratara exclusivamente de la político cuando es también una cuestión de dinero. ¡Que sean sinceros de una vez! En este mundo, solo el dinero compra la libertad absoluta—no votando por un político demagogo de algún partidito de moda.
Son los ricos quienes controlan las reglas del juego. Son ellos quienes dictan la música que escuchamos en la radio, como vestirnos, como tratamos a nuestras amistades, quien es el enemigo de turno, etc.
Entonces, que nos repitan hasta el cansancio (sermón repetido por sus gratuitos secuaces) que con trabajar día y noche honradamente y entregándole nuestro voto de legitimidad al partido “correcto” vamos a ser libres es un sarcástico chiste en esta cómica tragedia de nuestros días.
Si un hombre pobre es despedido de su trabajo por un dolor de muela mientras los multimillonarios se renuevan los órganos hasta múltiples veces para extender sus vidas, es obvio que la libertad para todos solo significa que la élite goza de poderes políticos por encima de nosotros.
En este mundo, el dinero es quien hace bailar la política y estoy repugnada de tanta farsa.
Aquí les comparto dos episodios de Moderna que había olvidado reflejar en mi blog: