Supe del bárbaro ataque a los judios de la Sinagoga en Pittsburgh mientras yo misma me encontraba observando el Shabbah. Mi hermanito recibió una alerta noticiosa a su teléfono y al anunciarlo en medio de nuestro propio reposo religioso—en familia—se produjo un silencio de incredulidad. El sábado es nuestro día de shalom, de religión y de tranquilidad cotidiana, así que saber que otros judíos habían sido masacrados mientras consagraban el mismo día fue muy trágico. Que fuera por política partidista del Trompismo más rancio fue una irritante decepción.
Ocurrió dentro del inmenso territorio de economía deprimida conocido como el Rust Belt (cinturon de óxido), allí donde mucha gente desesperada votó por Trump. El origen de esta área como centro industrial fue motivado por su cercanía de las minas de carbón de Virginia Occidental y la principal causa de su decadencia actual se debe a la globalización neo-liberal.
El antisemitismo es un cáncer que crece a mayor velocidad en los ambientes de crisis económica, según nos enseña la historia. Su narrativa de odio reclama siempre a un caudillo despiadado con las minorías y con los extranjeros, un caudillo que defienda al grupo homogéneo frente a las amenazas reales o imaginadas fuera del grupo. Donald Trump recibió mucho apoyo entre los pobres que viven en la región de los Apalaches, pues parecía una alternativa nacionalista para arreglar la destruida economía de la región, pero como una cosa son los pobres y otra muy distinta son los radicales siempre hubo quien no le parecía suficiente el discurso de Trump.
Robert Bowers fue uno de esos que aseguraba que Trump estaba rodeado de judíos y que en realidad era un globalista. El criminal ya llevaba un tiempo derramando su odio en el Internet y hablando mal de HIAS, una organización hebrea que desde 1881 se ocupa de ayudar a judíos que escapaban de persecuciones en Rusia y que en nuestros días ayuda a emigrantes de todo tipo. La caravana de emigrantes latinoamericanos que se dirige a la frontera de Estados Unidos es vista por los antisemitas como parte de una conspiración judía y por eso antes de iniciar la masacre el violento Bowers escribio en Internet:
“A HIAS le gusta atraer invasores para que maten a nuestra gente. No puedo sentarme y ver cómo matan a mi gente. Al la basura la otra perspectiva, voy a entrar”.
Al entrar a la sinagoga ya estaba convertido en una bestia irracional que atacaba en solitario, pero es importante entender que antes de llegar a ese extremo sangriento, Bowers compartió con otros su odio y su prejuicio, y hubo un desarrollo y un cultivo de teorías conspirativas en grupo. Por lo tanto, la bestia tuvo apoyadores irresponsables en el Internet, en foros virtuales donde se le unieron cómplices en el odio y el prejuicio. Concluyo entonces que hay muchos otros que comparten la culpa de la masacre anti-judia al incitar, animar y aplaudir la violencia irracional.
El ataque contra la comunidad judía en Pensilvania es el peor en las últimas décadas y ha sucedido tras el arresto de un radical adorador de Trump en la Florida que envió varias bombas a figuras demócratas, criticos del presidente y hasta las dos cedes de CNN. También el conocido filantropo George Soros que además de ser un exitoso especulador financiero creo el Open Society Institute para promover un liberalismo que irrita a conservadores, sobre todo en la extrema derecha, ha recibido en su residencia un paquete-bomba.
Conductor de TV Martí definiendo a Soros no como Húngaro ni como estadounidense…sino como judío. El colmo del descaro es que utilicen en ese medio de propaganda de la guerra-fría, nuestros impuestos para transmitir antisemitismo.
A TV Marti program that was introduced with the phrase, “George Soros, a multimillionaire Jew,” was paid for by the American taxpayer, and broadcast to Latin America last summer, in our name. This is taxpayer-funded anti-semitism.
A TV Marti program that was introduced with the phrase, “George Soros, a multimillionaire Jew,” was paid for by the American taxpayer, and broadcast to Latin America last summer, in our name. This is taxpayer-funded anti-semitism.
— Jeff Flake (@JeffFlake) October 28, 2018