Me asombra leer tantas ofensas y hasta vulgares maldiciones contra el famoso periodista cubano Edmundo Garcia de parte de quienes se auto-titulan “amantes de la Libertad”. Las redes andan agitadas ahora por la sensacionalista noticia de que Edmundo retornó a Cuba. Por el repudio, tal pareciera que está prohibido ser un cubano de izquierda. ¿Donde esta la tolerancia?
Coherente según sus principios Revolucionarios, Edmundo siempre se ha expresado igual, y eso ya es una virtud en nuestro escenario social en la emigración, donde tantos cubanos se despiertan con el “moño virado” para sumarse a cualquier nuevo bando ideológico que este de moda. Admiro el coraje polÃtico de cualquier persona honesta que ponga sus ideas por encima de los superficiales concursos de popularidad. Uno debe ser original y valiente a la hora de hablar de polÃtica y si hay algo que siempre respete de Edmundo Garcia es su irreverencia; su independencia de pensamiento. Algo de lo que la mayorÃa de sus crÃticos violentos carecen.
¿Acaso no es un bello sueño el de regresar a tu patria?
DeberÃan sentirse satisfechos los que como discos rayados no paran de exigir que se marchen a Cuba los que piensan diferente, los que no repitan como papagayos los dogmas de la extrema-derecha. Quieren enviar a Cuba a todo social-demócrata que vive en el sur de la Florida porque nunca han aprendido vivir en la democracia que predican. ¿Acaso se quieren quedar solos en un guetto de extrema-derecha? Parece que si, pues han llegado al colmo de tachar como comunistas a todo el que vota demócrata. Les aseguro que algunos seguirán mencionando a Edmundo Garcia por mucho tiempo al desahogar sus frustraciones existenciales, porque sencillamente muy pocos se atreven a ser crÃticos constructivos o disidentes autónomos si la linea editorial de Radio Martà no lo autoriza.
Algún dÃa el pensamiento totalitario en Miami será cosa del pasado. La variedad damas y caballeros, nos viene bien a todos, aquà y en la isla. No se puede predicar diversidad y al mismo tiempo negarle a la izquierda el derecho de existir.