Trump fue una esperanza para millones de trabajadores en Estados Unidos que venian sufriendo desde finales de los años 90 debido a la globalización liberal tras el fin de la guerra frÃa. El supo su lugar y comenzó a jugar el papel de un populista que podrÃa restaurar la industria nacional.
Su discurso nacionalista prometÃa hacer grande otra vez a los Estados Unidos en bloque, como paÃs, pero debido a su lucha contra el Partido Demócrata y una vez en el poder cada vez ataca con más furia a la mitad del paÃs dividiéndolo sin remedio. Los sÃntomas de ruptura de la unidad nacional ya son evidentes y vemos como el presidente se concentra en hablarle solo a su base electoral, que transitoriamente puede devolverle con votos cierta fuerza, pero que a la larga se va a a convertir en una victoria del odio y de la extrema derecha descontrolada y no comprometida con el sistema en general.
El juego populista de Trump solo esta logrando agitar una base crispada que rechaza la emigración y que acusa a todo critico de Trump de ser un comunista. Esta base ya esta dando sÃntomas de estar dividida entre los que reclaman que Trump sea un vulgar fascista que haga justicia social desde la derecha y los que le reclaman a Trump que se acerque más a la forma tradicional del Partido Republicano y sea más presidencial. El 2019 será un año muy difÃcil y solo contamos con un capitán de papel.