Lo primero: creer en la original definición del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer no te hace un homofobico machista. Más allá de las modas del pensamiento, hay que dialogar como adultos y eso significa respeto. La mayorÃa de nosotros aceptamos a las personas homosexuales cercanas como por ejemplo; vecinos y familiares nuestros. Estamos dispuestos a defenderles frente a cualquier abuso, porque todos merecemos vivir en paz, pero sobre todo porque nos son cercanos, por lo tanto siempre hay que ir más allá de nuestro alcance interpersonal y favorecer leyes generales que protejan a los más alejados de nuestras simpatÃas, hasta ahà estamos de acuerdo.
Ahora, querer cambiar las leyes a favor de una minorÃa maltratada es delicado, y podemos fácilmente pasar de un error a otro sin haber encontrado nunca el equilibrio justo. Es razonable que una pareja homosexual pueda cobrar la pensión de otra, pero es inaceptable que en las escuelas publicas se comience a promover en currÃculos experimentales un relativismo moral caótico que erosione la identidad cultural del cubano desde su más tierna edad.
La IdeologÃa de Genero como invento neo-liberal para dividir y desprestigiar a la izquierda tiene que ser apartada del proyecto nacional y socialista de los cubanos no solo por apartar a los revolucionarios de los intereses de la clase trabajadora, sino por introducir un relativismo que afecta la identidad de la mujer como sujeto dentro del feminismo. No necesitamos que predicadores religiosos de la TeologÃa de la prosperidad se apropien de un discurso moral que pertenece de forma natural a los revolucionarios que desde 1959 defendieron a la familia cubana.
Ya vimos como en Brasil la misma derecha internacional que promueve la IdeologÃa de Genero apoyó al fascista de Bolsonaro y a su red de evangélicos en “defensa de la familia” sin pudor alguno. La derecha no es tonta en eso de defender sus intereses y lo mismo que por un lado infiltra a los movimientos feministas, los radicaliza y los empuja hacia la defensa de los hombres-homosexuales al mismo tiempo fomenta el aborto y el alquiler de vientres para debilitar los reclamos laborales de las mujeres embarazadas y de paso meternos en la cabeza la idea de que todo es mercancÃa.
Solo la izquierda ingenua se divide en discusiones honestas e intelectuales y no ve el abismo que distancia a un homosexual pobre y humillado de uno rico y orgulloso que hasta puede dejar herederos concebidos en vientres de alquiler de pobres mujeres. La derecha puede llevar al mismo tiempo varias agendas aparentemente contradictorias y seguir unida en cuanto al dinero, la propiedad privada y el salvase quien pueda.
El uso de los medios estatales en Cuba para apoyar una de las agendas favoritas del neo-liberalismo es un error sobre el cual llevo años alertando. Siempre he pensado que cuando se empuja una agenda contra-natura demasiada radical, la población no tarda en responder y seria muy lamentable que se perdiera esa cariñosa aceptación del homosexual por culpa de algunos irresponsables sin noción de la realidad. La avaricia rompe el saco. A los pueblos no se les impone nada y el evidente rechazo al cambio constitucional a pesar de tanta propaganda a favor, me dice mucho sobre el instinto vivo e irreverente del cubano.
Teniendo en cuenta el contexto global en el cual vivimos, sugiero enfocar nuestras energÃas en batallas que nos benefician a todos sin causar mayor división. Hay bodegas que surtir, escuelas que mejorar, heridas que sanar y campos que sembrar en vez de estar gastando los limitados recursos estatales en agendas ajenas, más aun cuando hay campañas multimillonarias lideradas por las trans-nacionales enfocadas en cambiarle la mentalidad a la gente en esa dirección.
Hay que unir fuerzas, no cerrar puertas excluyentes donde quedarÃan fuera millones de cubanos que ni son fundamentalistas religiosos ni machistas ignorantes, solo padres de familias que sin doctorados ni sobornos, están pidiendo que se les deje criar a sus hijos como Dios manda…y eso incluye el amor al prójimo, haga lo que haga en la intimidad de su casa.