En los Estados Unidos la policía es muy temida por los pobres. El rico no está por encima de la ley, pero las multas de tráfico no le quitan el sueño como al obrero. Cuando el rico se topa con un policía el agente del orden le sonríe, le atiende y le respeta. Es verdad que si el rico hace un escándalo publico será arrestado, pero el pobre solo tiene que andar por espacios públicos con su estampa humilde para correr riesgos como este señor sin hogar que fue golpeado hoy en Fort Lauderdale. VÍDEO
Los desamparados en Estados Unidos son una tentación para quienes desean quitar derechos civiles a los “perdedores”. En la lucha por el éxito, tal y como la cultura dominante dirige el mercado, un desamparado representa por una parte a un ciudadano que “no supo aprovechar las oportunidades que el sistema le ofreció”. Al pobre se le acusa de estar recostado al resto de la sociedad pidiendo ayuda, y al ser un elemento de fracaso evidente, hay que apartarlo de la vista pública; porque perturba el entusiasmo de la competencia entre ciudadanos.
Los mitos urbanos creados por quien sabe quien, insinúan que los desamparados son en realidad pillos que ganan mucho dinero bajo los semáforos, o gente con vicios caros como las drogas. La verdad es que son una parte de la ciudadanía que además de la caída en desgracia material tiene que soportar la propaganda negativa de los que les va mejor aparte de los maltratos policíacos.
Algunos pensadores serios han dicho que el ser humano es noble por naturaleza y que quien lo convierte en malo es la sociedad en que vive. Por lo tanto, basta un poco de ingeniería social y buena educación para eliminar toda injusticia. Otros dicen que todo lo contrario, que somos muy malos y que no importa en el modelo social que vivamos, porque siempre nos sale la bestia que llevamos por dentro.
El caso es que tenemos que insistir en la dignidad del ser humano como máximo principio y desde allí intentar cualquier cosa ya sea en lo social o en lo individual, para tratar de mejorar nuestro mundo, no vaya a ser que nos topemos un día con una humanidad fallida. Me viene a la memoria José Martí y su idea del necesario culto a la dignidad plena del hombre como primer principio de la república.