Aparte de la exageración propia de la comedia, Facundo ya no muy bien representa a los cuadros actuales del partido, pero indudablemente si refleja al cuadro despistado y desconectado que estimula la critica intelectual al dogmatismo y a la falta de contacto con la realidad de los cuadros bajos del PCC. Hace un tiempo no se le ve en el programa Vivir del Cuento y se especula de que el partido le hace la guerra por su excesiva libertad de expresión en las redes sociales. En lo más profundo del psique cubano general, no se desea que desaparezca de la escena. Tampoco desean implementar una copia total del capitalismo real sino solo las cosas positivas (esplendidas tiendas) sumadas al escenario cubano–un modelo Frankenstein. Creo que algunos extrañan la ausencia del personaje de Facundo por la sencilla razón de que aún bajo burlas o criticas, el sujeto que defiende el socialismo en Cuba ya es parte de la identidad nacional. Es un actor imprescindible, como el hijo rebelde que necesita una figura de autoridad que le lleve la contraria para desarrollar sus quejas.
Cuando desde la derecha extrema en la emigración se afirma que una nueva Cuba barrería de raíz con el partido comunista, con sus símbolos y con los sujetos dentro de la cultura que representan a ese gigantesca clase ideológica, se desconoce la realidad aún más radicalmente que cuando Facundo asegura que todos están felices en el mercado de “Cuatro Caminos” o cuando habla maravillas de la economía planificada. Facundo ocupa ya un espacio cariñoso en la cultura televisiva en la isla e incluso en al emigración.