El acto terrorista contra la embajada de Cuba en Washington no puede verse como un caso aislado dentro del ambiente general de propaganda “anti-comunista”que se genera dentro del territorio de los Estados Unidos. La Florida es el estado de la unión que más propaganda genera contra Cuba usando dinero federal de forma ilegal. Dicha propaganda no solo se difunde por la radio y la Televisión privada local con gastos para el contribuyente, sino que cruza las fronteras estatales a través del internet y manipula a personas vulnerables que no entienden los limites de la razón política y pueden fácilmente creerse que pueden tomar la “justicia” entre sus manos y tomar cartas en el asunto de la lucha contra el “peligro comunista”.
El clima de intolerancia política se desarrolla en paralelo con las teorías conspirativas y una respuesta populista de derechas (casi siempre virtual en las redes sociales) que a menudo es francamente fascista y puede salir a las calles a escupir su rabia y perplejidad, sobre todo en situaciones de crisis de salud como esta que sufrimos bajo el azote del Covid-19.
El terrorismo o la violencia política es la última expresión de una sociedad rota en pedazos desde el punto de vista comunitario y civilizado que al no saber dialogar, deja de convivir pacíficamente y da un paso hacia el atraso.
Obviamente, el sujeto se sintió tan respaldado por la actual administración, que ignoró que al ser una embajada, las autoridades estadounidense la cuidan…aunque dentro de ese edificio hayan representantes de un país socialista. Siempre hay personas vulnerables a la propaganda que no saben distinguir en un momento de pasión, entre la demagogia política y las leyes del estado de derecho. Debemos demandar un cese a la hostilidad verbal, venga de comunicadores del entretenimiento o de la casta política, para que dejen de darle cuerda a la ciudadanía.