Una vez leí una historia sobre un pobre hombre al que habían encerrado en una cabaña en una isla desierta, donde solo veía dos veces al día al encargado de traerle el alimento diario en su condena. Al cabo de muchos años el infeliz se recostó sin querer a la puerta de la cabaña, y tras un leve crujir la misma se abrió inundando de luz al desconcertado prisionero. La puerta nunca estuvo cerrada, simplemente el no creyó en la lejana posibilidad de que estuviera abierta. Asi mismo andamos cuando somos pesimistas, creyendo en teorías y cálculos que nos vienen desde lo más profundo de nuestras incertidumbres.
Hoy, dentro de unos minutos empieza la festividad religiosa de “succot”, observada durante siglos por todas las ramas del judaísmo. Una de las ordenanzas de esta celebración es ser FELIZ. Increíble pedido ese, ¿verdad? Al igual que todos ustedes, queridos lectores, yo también tengo problemas. Uno sufre, uno llora, pero tenemos que tratar de NO envenenar la creación con pesimismos relativos. Les invito a celebrar el mero hecho de que estamos aquí, en esta tierra.
Escojo la vida, por lo tanto nada ni nadie ha podido atormentar mi alma. Tenemos que tener la sensibilidad necesaria para entender de que si existimos es para una razón muy especial y no hay tiempo para dudar entre las tinieblas mas tristes del miedo. Hay un momento para reir y otro para aflijirse pero en ninguna ocasión se nos esta permitido menospreciar el frágil regalo que se nos ha concedido. Se puede estar felizmente realizado con muy poco, si se entierra cualquier mezquina inconformidad o codicia.
Dios nos da cada día un regalo que es la vida, pero al pasar los años nuestro corazón se acostumbra de mala manera a ciertas rutinas, y ya no nos parece un milagro la vida. Observamos al niño que juega con un pedazo de madera en la orilla del mar, y envidiamos su tierna ingenuidad, pero hacemos muy poco por disfrutar los pequeños detalles que nos rodean, y no me refiero a las múltiples mercancías del mercado, sino a esa sencilla flor y a esa magnifica puesta de sol que nos regala el Creador