Juguetes y polÃtica no tienen nada en común, y cuando ambos se mezclan, quienes pierden son los niños. Es bastante bajo manipular los sentimientos de los niños para lograr una agenda polÃtica. Eso precisamente es lo que hacen algunos grupos cuando usan recursos financieros del USAID. Compran juguetes y caramelos para seducir a los niñitos cubanos. Incluso, se han acercado a centros escolares para repartir ese tipo de regalos.
Yo de niña fui a las escuelas públicas del condado Dade y se perfectamente lo que le pasarÃa a un grupo vinculado con alguna potencia extranjera (sin relaciones diplomáticas normales) que se atreva a repartir caramelos a los estudiantes en la Florida. Me imagino que cada estado defiende a los niños por encima de todo, por lo tanto me asombran los últimos pasos de esta disidencia que se preocupa solo en hacer escandalos mediáticos a base de provocaciones.
Me parece de mal gusto usar juguetes como cebo para atraer niños y lograr las tan deseadas fotos “espontáneas” de supuesto apoyo civil a la disidencia. Sabiendo que Cuba es un pais pobre, resalta mas el oportunismo sin escrúpulos de aquellos que llegan hasta manipular a los nenes más inocentes.
Los niños deben ser protegidos de todo tipo de manipulación, sobre todo en estos dÃas que se inicia según todas las señales una nueva etapa en la subversión concentrada en manifestaciones aparentemente no polÃticas y con fachadas de acción social. Niños, ancianos, enfermos y gente en general que necesita ayuda, pueden ser vÃctimas de una manipulación que se genera desde fuera de Cuba y que juega con gobierno paralelos en los barrios marginales, o entre grupos sociales vulnerables a los cuales se dirigen los proyectos aparentemente “compasivos” en búsqueda del deseado conflicto civil.
Sin lugar a dudas hay gente que no son felices en Cuba, y también hay problemas que solucionar. Faltan aún reformas polÃticas necesarias al paÃs, pero una lucha sangrienta entre cubanos para que al fin cuatro multimillonarios se hagan con el negocio de las privatizaciones y las reconstrucciones, es un trecho muy largo y doloroso que no vale la pena. No es ni justo ni necesario. No se si seguirán tratando de acercarse a los niños estos organizadores de proyectos tan poco éticos, o si buscaran otro medio de encender la mecha de la discordia entre los cubanos, pero sin lugar a dudas la historia les pasara la cuenta por entorpecer el camino natural de las reformas y evolución social.